¿Quieres vivir? ¡Escúchame!
Hace tiempo que te hablo, pero tú no me escuchas,
las palabras de mi boca tu las llamas caducas.
Un mensaje me dieron que mi vida cambio,
mi lenguaje hoy es el tuyo, y te lo canto en hip hop.
Hace años yo vivía como un joven cualquiera,
mis estudios, mis colegas, y mis noches de fiesta.
Muy feliz yo me sentía si tres copas bebía,más por dentro el vacío crecía y crecía.
Cuando sólo yo estaba venían las dudas…
¿Qué hago con mi vida?
No le veo salida,
no le veo futuro,
vivo sin alegría,
e instalado en la apatía, buscando respuestas,
mis colegas me decían: no me seas aguafiestas.
Tirado en el sofá, me pasaba las tardes
tragando bazofiacambiando canales…
y así, sin darme cuenta la vida perdía,
dormía la conciencia,
y poco a poco me moría.
En clase preguntaba sobre el sentido de esta vida,
pocos profes respondían, más muchos me eludían.
Cada año era lo mismo: mates, biología,
física, lenguaje y una cutre filosofía,
Religión era mi clase, pues en ella me escuchaban,
mientras que en el resto sólo examinaban.
El profe respondía,era alguien que vivía,
de la muerte y la apatía,él rescataba mi vida.
Cuanto más me interesaba,
más adentro yo sentíala
presencia de una vida
nueva que no era la mía.
Los viernes a mediodía,
me piraba de los recre
,e iba a la capilla a vivir la eucaristía.
Pues yo sentía que así crecíala
presencia de una vidanueva que no era la mía.
Era jueves de mañana cuando en religión,
al acabar la clase, mi profe me citó.
Al principio yo pensé que me esperaba un follón,
alguna clase de castigo o de llamada de atención.
Con sonrisa y amistad su mirada en mí fijo
en mis ojos de crío
que buscaban sentido,
que lloraban de noche
y que pedían cariño.
Él sabía que buscaba las respuestas de la vida,
pues preguntas yo lanzaba,
y con nada me conformaba.
De su boca no salieron los reproches comunes,
ni argumentos banales, ni los cuentos azules.
Una invitación,el me lanzó:
conocer su vida,amar a María,
y seguir a Cristo, el hijo de Dios.
Poco a poco alucinado del susto me reponía,
y aunque agradecidoyo por dentro de me reía.
¿Cómo será eso?
¿Yo ser marianista?
Eso me suena a monje y a privarme de las tías.
Al día siguiente, viernes mediodía
como de costumbre,
acudí a la eucaristía.
Las palabras de mi profe resonaban en mí,
cuando en el pan partido a Cristo reconocí.
La Verdad sentía que de ese pan nacía,
pero me daba miedo entregar la vida.
Entonces escuché la palabra de Jesús,
abriendo yo mi alma él entro como una luz:
“Ganar el mundo entero no sirve de nada
si pierdes la vida, si vives sin alegría.
Si tienes sed, no bebas mentiras,
bebe de mi Fuente y ganarás la Vida”.
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